Alejandro Perera: “La tuberculosis no es una enfermedad fácil de erradicar”
5 noviembre 2012

Alejandro Perera es médico veterinario. Trabaja hace 25 años para el USDA, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos en la oficina que el organismo tiene en México. Su rol es el de auditar y revisar la realidad de estados, regiones, predios y planteles que pretenden exportar ganado en pie al país del norte.

Específicamente, su labor se centra en lo que tiene que con garrapatas, brucelosis y tuberculosis bovina. Es una especie de enlace entre el comercio entre México y Estados Unidos en materia pecuaria: al año, se exportan entre 1,2 y 1,6 millones de cabezas de ganado.

Justamente el tema de la tuberculosis bovina fue el que trajo a Perera por primera vez al sur de Chile.

El experto mexicano fue uno de los expositores internacionales del Primer Seminario sobre Tuberculosis Bovina desarrollado en Valdivia la semana pasada en el marco del Programa Nacional de Capacitación en Tuberculosis Bovina adjudicado por el Instituto de Medicina Preventiva Veterinaria UACH, que va en apoyo del Plan Nacional de Control y Erradicación de Tuberculosis Bovina que ejecuta el Servicio Agrícola y Ganadero

Antes, recorrió durante una semana diferentes predios y rebaños entre Los Angeles y Osorno, junto a personeros del SAG y productores, para conocer de cerca lo que se está haciendo en materia de control y erradicación de una patología que genera impacto productivo y económico en el sur del país.

“El plan que tienen en Chile para la erradicación de la tuberculosis bovina en distintas etapas me parece que es sólido. Puede que requiera algunos ajustes, pero con el tiempo irá madurando. Creo que la estrategia que se está desarrollando en la zona sur de Chile es muy buena y adecuada”, señaló a Campo Sureño.


-¿Qué es lo positivo que aprecia del programa que se lleva adelante?


-Lo positivo que se ha logrado en el sur, es el avance en el saneamiento de lecherías. Asimismo, he visto que tienen ya un plan de trabajo conjunto entre la lechería y la industria, donde hay un convencimiento de los beneficios del programa. Y eso se aprecia en la participación de la industria que ha estado creando planes donde se pueden segregar y eliminar reactores con el fin de ir bajando la prevalencia en los rebaños. Esto va a permitir tener hatos libres. Y además reducir el riesgo de la salud pública, porque la tuberculosis bovina es una zoonosis que se puede transmitir al ser humano a través de productos lácteos no pasteurizados y el contacto y exposición con los animales. Entre otras cosas.



-¿Cuál es el rol de los ganaderos para el éxito de un plan de esta envergadura?

-La participación de los productores debe ser total; lo mismo que el convencimiento de que las acciones que está tomando el Servicio Agrícola y Ganadero son las correctas, por lo cual se debe apoyar y creer en el plan. Estrictamente en el plano técnico deben seguir las instrucciones de bioseguridad, como la eliminación de los animales reactores a las pruebas; la segregación de los bovinos mientras no puedan eliminarlos; evitar que se sigan contagiando otros animales dentro el predio; y evitar que los animales potencialmente contagiados puedan ser trasladados a otros predios impidiendo así la diseminación de la enfermedad. Es decir respetar los controles y normativas referidas a la movilización de ganado. Es la manera en que pueden ayudar a la eliminación pronta de la enfermedad.



-Pero no son los únicos. ¿Los profesionales y veterinarios también son relevantes dentro de esta cadena me imagino?

-El rol de los profesionales veterinarios es estratégico. Los veterinarios que sirven como asesores y encargados de lecherías, deben estar colaborando estrechamente y con una comunicación permanente con el servicio, para notificar cuando tienen animales reactores y a obedecer los planes y tiempos establecidos. Reitero, juegan un papel crítico porque son los responsables de la sanidad en la lechería y de realizar el seguimiento a las instrucciones que entrega el servicio en lo referido a la enfermedad.



-¿Es homologable la realidad de México y la de Chile en cuanto a la TB?

-México ya tiene muchos años trabajando en tuberculosis. Allí tienen una motivación muy fuerte que es la exportación. Y que obliga a que ciertas regiones, si quieren seguir exportando, deben seguir un protocolo muy estricto. El de Chile, que tiene ya algunos años pero es un programa nuevo, está en etapa de maduración. Está muy joven todavía, yo creo que requiere algunos ajustes, aspectos que deben mejorarse. Pero eso es parte, como dije, del proceso de maduración que está teniendo. Por ejemplo, es clave empezar a generar información a nivel de base de datos. Hay un nuevo formulario de movilización y nuevos instrumentos que se están implementando. Y cuando maduren, van a permitir tener un mejor panorama de lo que está pasando respecto la tuberculosis bovina. Con ello se podrán amarrar de mejor manera los diferentes aspectos del programa.



-¿Qué elementos deben considerarse cuando se esté cerca de lograr el objetivo a nivel predial o zonal?

-Lo más importante muchas veces no es llegar, sino mantenerse. Porque en ese momento las autoridades o los mismos ganaderos piensan que ya cumplieron con la erradicación de la enfermedad y se relajan. Cuando uno logra un estatus más o menos aceptable, lo importante es mantener una estricta vigilancia en mataderos principalmente y con pruebas de campo. Pero asimismo es muy importante mantener el control de la movilización. Como el plan del gobierno en Chile va por regiones, cuando una logre un estatus sanitario mejor, con una prevalencia menor, puede ser reinfectado si no se tiene un control estricto del movimiento animal en las zonas donde todavía existe una prevalencia más alta.



-A nivel de pruebas de campo y control en mataderos ¿Cuáles son los desafíos?

-En lo que es prueba de campo, el gran desafío es que los animales identificados como reactores a la prueba de tuberculina se eliminen lo más pronto posible al matadero, después de realizar la notificación al servicio. Y la vigilancia a nivel del matadero es un reto complejo, porque exige que existan elementos de trazabilidad, es decir que los animales lleguen con una identificación de origen y un certificado. Si es adquirido a través de la feria que tenga los registros de dónde se compró y dónde viene. Porque el matadero, al encontrar lesiones, requiere de toda esa información para localizar los hatos de origen y llevar a cabo las acciones de limpieza que correspondan.



-¿Qué elementos deben consensuarse para avanzar?

-En forma general, el programa de Chile es muy similar al de México y otros países, pero insisto que debe pasar un tiempo suficiente y seguir madurando algunos aspectos. La interpretación de pruebas por ejemplo, debe darse en el contexto de criterios epidemiológicos, de criterios técnicos que deben establecerse entre los ganaderos, la industria y las autoridades de alto nivel, que deben entenderlos para apoyar el sistema.



-Lo importante es tener claro que esta es una carrera de largo aliento…

-En ocasiones se piensa que la tuberculosis se puede erradicar rápidamente. Como ejemplo menciono que Estados Unidos inició su programa de erradicación de tuberculosis bovina en 1917, es decir lleva 95 años. Y ahora es libre. A nivel internacional se reconoció como un país libre de la enfermedad. Pero tiene 100 millones de bovinos y cuatro o cinco hatos todavía infectados. Lo que quiero mostrar es que no se trata de un tema fácil. Es una enfermedad crónica silenciosa y difícil. Las pruebas diagnósticas no son perfectas y requieren de una capacidad y una experiencia técnica para su interpretación. Y eso se llama epidemiología. Hay que llevar a cabo la epidemiología, lo que requiere de aspectos de identificación, control de la movilización y herramientas de trazabilidad.



-¿Qué es lo más relevante de tener predios libres de tuberculosis?

-Lo más relevante es que los animales ya no son un riesgo para la salud pública, tanto para los consumidores como para los trabajadores que están en contacto con el ganado; en segundo lugar, está el aspecto de salud animal que va a permitir una mayor productividad; en tercer lugar es que el productor será más competitivo. Entiendo que la industria en Chile le da un bono con sobreprecio a las lecherías que están libres o participan del programa de erradicación. Entonces, tener una lechería sana le va a permitir obtener mayor dinero por su producción. Y además será competitiva a nivel nacional e internacional. En México es a la inversa. Allá el incentivo lo tienen las vacas de carne que son la que se exportan. También han ingresado lecherías con el fin de exportar lácteos, pero ese no es el fuerte. Acá la lechería tiene un incentivo importante porque industrias nacionales y transnacionales exige tener rebaños libres para que puedan tener una etiqueta que pueden promover en el mercado internacional.



-¿Cómo se maneja el tema de los incentivos y las compensaciones en Norteamérica?

-En Estados Unidos sí existen incentivos a la eliminación. En los últimos 30 años ha existido el pago como compensación por animales reactores eliminados a un valor comercial. Obviamente Estados Unidos es una economía muy fuerte, ha despoblado muchos hatos y tiene el dinero para pagar. Los últimos 5 a 6 años ha habido una crisis y ya no es tanto el dinero disponible para estos fines. Pero ellos ya tienen una prevalencia muy baja, por lo tanto pueden ir evaluando caso por caso si es conveniente o no el pago de la compensación. En el caso de México, la evaluación es caso por caso. Y a veces no hay un pago nacional ni federal. Lo hacen los mismos ganaderos. Para ello se creó un fondo a partir del documento para movilizar animales, que el gobierno le concesionó a los productores. Así los ganaderos cobran por entregar ese documento y por ese concepto algo les queda. Ello le permite tener un fondo para que en caso que deban pagarse, puedan ocupar esos recursos. Porque el gobierno no tiene el dinero para hacerse cargo del tema.



-¿Cuál es el mensaje que le entrega a los productores chilenos que están embarcados en la carrera para erradicar la TB?

-El primer mensaje es que crean en el programa y que sean conscientes que no es una enfermedad fácil de erradicar. Que se requiere formar equipos bajo el alero de servicio y seguir las indicaciones en cuanto al control del movimiento animal. Además, compartir información; que los veterinarios y asesores notifiquen las acciones que están desarrollando y sigan las instrucciones y protocolos establecidos en el programa. Que no se confundan, el SAG tiene la información necesaria. Porque hay mucha información disponible que se intercambia entre países, donde se cumplen funciones similares a las que se realizan acá en Chile. En definitiva, que es una estrategia adecuada que requiere ajustes, pero que es la puerta de entrada para la erradicación de la enfermedad.

 

Fuente: Revista del Campo Sureño

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