La visión latinoamericana sobre la seguridad alimentaria
5 noviembre 2012

Los investigadores agrarios no conciben la agricultura del futuro sin un mayor uso de granos transgénicos para luchar contra el hambre. Y para la mayoría, la clave pasa por darle mayor valor agregado a sus producciones.

El escenario demográfico manda. El mundo tiene hoy 7.000 millones de habitantes y pasará a tener 9.000 millones a partir de 2050, pero casi 800 millones de habitantes están por debajo de la línea de pobreza.

Con ello, la agricultura -hoy y en el futuro-, debe garantizar la producción para mayor cantidad de gente, en la misma superficie y con un menor uso de agua.

Para ello, la investigación es clave para asegurar la seguridad alimentaria. Y científicos de todo el mundo debatieron los nuevos desafíos y lineamientos en Punta del Este, Uruguay, en el marco de la Segunda conferencia Global sobre Investigación Agropecuaria para el Desarrollo (GCard 2012).

En el encuentro hubo un consenso: los expertos de esta parte del mundo están convencidos que la solución pasa por producir más alimentos.

Y el continente hace rato que recogió el guante: produce alimentos de elite, preserva sus recursos naturales y se adelanta a problemas como el cambio climático y sus efectos.

“Como país pequeño no podemos estar ajenos a esta discusión y al hambre en el mundo, pero nuestro foco es ir hacia segmentos de la población más sofisticados que demandan productos sofisticados y tratar de no vender cantidad, sino agregar valor a los productos”, dijo a El País, el presidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) de Uruguay, Álvaro Roel.

La idea es buscar que en cada kilo de grano y cada kilo de carne, más que vender un producto, venda información y valor agregado.

Roel insiste en que esta combinación que “es agregar valor a través de la productividad ambiental, hacen que el agregado de valor juegue en el mismo sentido. La productividad es parte de la solución a los problemas ambientales. Estamos seguros que el cuidado de los recursos naturales no se soluciona sin tener alta productividad, aún teniendo baja productividad podemos estar erosionando el suelo”.



TRANSGÉNICOS.

Para los científicos, la agricultura dejó de ser el pariente pobre de la economía. “Y requiere un grado de profesionalización mayor”, sostiene Emilio Ruz, secretario ejecutivo del Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agropecuario del Cono Sur (Procisur).

En ese sentido, los debates se centraron en tres puntos fundamentales, que son la necesidad de desarrollar planes de previsión y contingencia, impulsar la asociatividad para mejorar la innovación y el apoyo a los pequeños productores.

Ruz apuntó que la región vive hoy día con “el viento a favor” en su producción agrícola y está en el momento de implementar acciones “tanto entre los productores como en las políticas públicas” para asegurar planes de futuro. “Para el futuro hacen falta garantizar dos cosas importantes, la sustentabilidad de los recursos como suelo y agua, y la tecnología y asesoramiento necesarios para que eso se produzca. En eso estamos razonablemente bien preparados, porque hay mucha tecnología y se puede compartir”, indicó el experto chileno.

Así y todo, la nueva agricultura está concebida por los científicos con una mayor investigación y uso de los cultivos genéticamente modificados como elementos claves para pelear contra la hambruna.

“La biotecnología es una herramienta y no una ideología. No podemos dejar de usar esta herramienta cuando tenemos un mundo en crecimiento”, asegura Rubén Echeverría, director general del Ciatt, una de las instituciones dedicadas a la investigación de gran renombre en el mundo.

Las grandes líneas de investigación en el campo de los cultivos genéticamente modificados se centra en cuatro cultivos que son maíz, soja, algodón y colza. Ellos están jugados a ser, en todo el mundo, pero principalmente en la región de Sudamérica, una de las salidas para luchar contra la hambruna.”Es una ventana para mostrar al mundo que la región es parte de las soluciones y no de los problemas”, aclara Víctor Villalobos, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.

 

Fuente: Revista del Campo

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