Desde principios de este siglo, la agricultura chilena inició la llamada senda exportadora. Hoy, juega un rol relevante en diferentes productos que se venden en el mercado mundial. De hecho, es el primer exportador frutícola del Hemisferio Sur.
Pero de la mano del crecimiento, aparecen de la mano una serie de elementos que amenazan la competitividad de diversos rubros.
Así lo señala el análisis desarrollado por el investigador de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) Jorge Abner Campos, que señala que la depreciación constante de la principal divisa con la que son comercializados los envíos al exterior: el dólar estadounidense, es uno de los elementos críticos.
Pero no es el único. Adicionalmente los principales componentes de la estructura de costos se han encarecido continuamente en el tiempo: la mano de obra, la energía (electricidad y petróleo) y los insumos.
En cifras, a partir de los datos disponibles, en los últimos diez años el dólar ha retrocedido casi 25% de su valor, mientras que el costo de la mano de obra ha aumentado cerca de 80%.
Lo anterior es evidentemente complejo en el caso de la fruticultura, donde los retornos son en dólares, mientras que alrededor de 50% de la estructura de costos es mano de obra.
En cultivos y ganadería, el costo de electricidad, petróleo e insumos es relevante en la sostenibilidad del negocio, y se ha encarecido significativamente.
En tanto, en el caso de la energía eléctrica, su precio unitario ha aumentado en 32%, mientras que petróleo e insumos (utilizando como referencia el promedio de una mezcla de fertilizantes) han doblado su valor entre 2002 y 2012.
El documento elaborado por Odepa analiza los cuatro factores que generan pérdidas de competitividad para un sector que quiere seguir creciendo.
1. Tipo de cambio a la baja
Durante la última década el tipo de cambio ha mostrado un progresivo ajuste, como consecuencia de la apreciación de la moneda chilena respecto de la divisa de Estados Unidos e igualmente de otras monedas importantes en los flujos de intercambio comercial, como el euro y en menor medida el yen japonés.
Esta tendencia obedece tanto a factores estructurales propios de la economía chilena como a las condiciones de la economía internacional.
En efecto, en el caso de Chile, la sostenida fortaleza de sus cuentas externas, basadas en un significativo superávit de balanza comercial, como consecuencia del elevado precio del cobre y otros minerales, así como de otros bienes importantes en su canasta exportadora (por ejemplo, celulosa y productos acuícolas), contribuye a generar un escenario en el que las divisas extranjeras no son un bien escaso. A ello se agrega el flujo de inversiones extranjeras, atraídas por la solidez institucional y económica del país y por su extensa red de acuerdos comerciales.
Si bien ello afecta la competitividad, tanto de los exportadores nacionales como de productores que sustituyen importaciones, el estudio destaca que se trata de un fenómeno que afecta igualmente a los principales competidores de Chile en los mercados internacionales, como son Nueva Zelandia, Australia y Brasil, entre otros, cuyas monedas presentan procesos de apreciación similares respecto del dólar de Estados Unidos.
En el caso de los productores de bienes básicos, como lácteos, carnes y cereales, la caída en el tipo de cambio se ve compensada por el aumento en los niveles de precios, de forma que en la práctica no han sufrido dificultades severas de competitividad.
Por el contrario, las exportaciones de frutas y hortalizas frescas y procesadas han sufrido más directamente el impacto del comportamiento del tipo de cambio, justamente porque su nivel de precios en general está desacoplado de las tendencias de evolución del precio de los alimentos básicos.
A ello se agrega que una parte muy sustantiva de sus costos está asociada a la mano de obra y, en consecuencia, no es “dolarizable”, lo que los impacta directamente.
2. Mano de obra escasa y encarecida
El sostenido crecimiento de la economía chilena durante las últimas décadas ha tenido diversas consecuencias. Una de ellas es el continuo aumento del salario real y, al mismo tiempo, una creciente escasez de mano de obra en la actividad agrícola, una importante proporción de la cual es temporal.
En efecto, la expansión de la minería, la construcción y los servicios, compite con la demanda del sector agrícola por fuerza de trabajo, altamente concentrada durante los meses de cosecha.
Esta situación, a la que se agrega la mencionada evolución del tipo de cambio, está generando la migración hacia cultivos y plantaciones susceptibles de ser mecanizados, de forma de recuperar competitividad por esa vía.
De hecho, existe unanimidad entre los actores privados en señalar que una de las principales limitaciones para la expansión de la industria frutícola es la escasez y los costos crecientes de la contratación de mano de obra.
3. La energía
La energía, ya sea como electricidad o petróleo, es un factor que influye en la competitividad del sector agrícola, el cual cada vez va mostrando mayores niveles de incorporación de tecnología, por ejemplo, en riego tecnificado o cosechas mecanizadas.
Por otro lado, Chile tiene una matriz energética con un gran peso de los combustibles fósiles, derivados del petróleo y carbón, por lo que los costos de la energía están en dependencia directa de la evolución de los precios de dichos productos en el mundo.
En general, los costos de la energía para el sector agrícola tienen una doble importancia: por un lado, sobre los procesos productivos, que ven aumentados sus costos de producción; y por otro, sobre los costos de transporte, que, dada la distancia hasta los centros de consumo, son una amenaza sobre la competitividad de algunas cadenas más intensivas en fletes y transporte a largas distancias.
4. Insumos alineados con el petróleo
En general, los fertilizantes representan la mayor proporción en el uso de los insumos agrícolas, dependiendo su intensidad de uso del rubro productivo. En términos de mercado, alrededor de 85% de los fertilizantes utilizados en Chile son importados y están directamente alineados con el precio del petróleo, debido a la participación directa de éste en su elaboración.
Por otro lado, también existe relación con las expectativas de los precios de los alimentos, como los granos; y en un escenario de crecimiento demográfico el valor de estos insumos está presionado fuertemente al alza.
Fuente: Revista del Campo Sureño