Especialistas buscan afinar diagnóstico de la tuberculosis bovina
4 febrero 2013

La tuberculosis bovina es una infección crónica que, por lo general, no presenta síntomas en los animales enfermos.

Por ello, los bovinos son controlados periódicamente con la prueba de la “tuberculina” que es la prueba que oficialmente se utiliza en el programa para detectar la infección en los rebaños de nuestro país.


¿Pero qué sucede si los diagnósticos, a partir de la prueba de la tuberculina, no son del todo certeros?

Esto es un problema, según los especialistas, pues puede ocurrir que animales que estén aparentemente sanos resulten “positivos” a la prueba, o que animales realmente infectados obtengan resultados “negativos”.

Este problema llevó a científicos y académicos de la Universidad Austral de Chile, en particular de la Facultad de Ciencias Veterinarias y del Instituto de Bioquímica y Microbiología de la Facultad de Ciencias, a desarrollar una investigación con objeto de evaluar y comparar el comportamiento de diferentes pruebas diagnósticas para la detección de la Tuberculosis Bovina. Una iniciativa financiada a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de Los Ríos.

El doctor Gustavo Monti, académico y director del proyecto, explica que para validar una investigación, un aspecto importante es trabajar con una muestra significativa que permita fundamentar y sustentar tus conclusiones y obtener una buena precisión en las estimaciones.

Así, para esta investigación se utilizó una muestra de 459 bovinos. “Utilizamos animales provenientes de predios con diversos estatus. Es decir, venían de predios declarados libres de TBB, otros con alta prevalencia de la enfermedad, otros con prevalencia más baja y algunos de prevalencia moderada”, señala Monti.

En tanto, la población en estudio fue predominantemente ganado lechero, pero también se incluyó ganado de carne proveniente de granjas comerciales de las regiones de Los Ríos y de Los Lagos.



Datos reveladores

Según señala el profesor, el estudio demuestra que al aplicar la prueba de la tuberculina en un bovino, el hecho de que ésta resulte positiva no significa necesariamente en todos los casos que el animal esté reaccionando al agente que produce esta enfermedad: la temida Mycobacterium bovis.

Aún más, según los estudios desarrollados en el marco del proyecto, una prueba de tuberculina positiva se podría genera por la presencia de, por ejemplo, Mycobacterium avium subespecie Paratuberculosis (MAP), una bacteria ampliamente distribuida en Chile.

A su juicio, estos datos dan cuenta de un margen de error que se debe corregir para tomar buenas decisiones. “Las bases e informes finales de nuestra investigación explican de manera detallada y científica diversos resultados. Pero básicamente confirmamos que la prueba que actualmente se utiliza de manera oficial para detección de TBB tiene un desempeño diferente cuando se aplica en animales coinfectados con MAP que es preciso corregir. Y este fenómeno también se observó con otras pruebas, como ELISA o Interferón Gamma”, dice el investigador.

El profesional, junto con agradecer a los productores y profesionales que permitieron la realización de esta investigación, remarca que el principal objetivo que tienen en adelante como equipo es poner los resultados de esta investigación a disposición del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).

El pues, dice, son “un valioso insumo que contribuye sobremanera con el Plan de Control y Erradicación de Tuberculosis Bovina en el país, ya que afina los procesos de diagnóstico y devela algunos de los obstáculos que debe sortear el programa para poder erradicar la enfermedad lo más rápido posible”.

En efecto, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) ha implementado el Plan Nacional de Control y Erradicación de Tuberculosis Bovina, para lo cual dividió al país en dos zonas epidemiológicas: una de control, desde Arica a Bío Bío; y otra de erradicación, con menor presencia de la enfermedad, desde La Araucanía hasta Magallanes.

Es precisamente en la macro zona sur del país donde el Estado y el sector privado han concentrado esfuerzos para erradicar esta enfermedad bacteriana que ataca a los animales y que también se puede transmitir al ser humano, produce grandes pérdidas en el sector lechero y constituye además restricciones para la exportación de productos derivados.

Monti es enfático en señalar que es clave que el Estado guarde un equilibrio entre el financiamiento que entrega para desarrollos tecnológicos y aplicados pero también en el desarrollo de investigación más básica.

“Es importante hacer notar que la investigación básica también tiene aplicabilidad y soluciona problemas, la diferencia es sólo que en estos proyectos el tiempo en que se van a aplicar los conocimientos generados son menos precisos. Además, este tipo de proyectos no sólo contribuyen al conocimiento del tema, sino que generan un bagaje de conocimientos que puede ser aplicado a otras temáticas, por lo que la inversión se hace más atractiva aún”, sostiene.



Programa para ganaderos de Los Lagos

En la localidad de Remehue, Región de Los Lagos se lanzó oficialmente el Programa de Fomento Silvoagropecuario cuyo objetivo es mejorar la inocuidad de producción bovina y contribuir con el Plan Nacional de Control y Erradicación de la Tuberculosis Animal.

El programa se enmarca dentro del programa de “Mejoramiento de la Inocuidad de la Producción Bovina de la Región de Los Lagos” e intervendrá 104 predios actualmente en estado de cuarentena, ayudando a 53 productores de la región que hoy tienen 1.553 animales con tuberculosis.

Para el subsecretario de Agricultura, Álvaro Cruzat, “mediante este programa estamos atacando de forma concreta un problema que afecta directamente a muchos productores locales. Dentro de las medidas adoptadas realizamos un minucioso diagnóstico que nos permitió dimensionar el problema, por lo que a la brevedad implementaremos una serie de acciones como la vigilancia en mataderos, programas de capacitación, charlas de difusión, etcétera, que nos ayudarán a prevenir situaciones riesgosas”.

 

Fuente: Revista del Campo Sureño

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