En las últimas semanas, conforme fue creciendo la necesidad de dólares por parte de la administración K y la plaza se fue quedando más “seca” -producto de un sector agroexportador que viene liquidando cada vez menos divsas-, se potenció la pelea entre el Gobierno y el campo, a tal punto que cada vez más analistas advierten sobre una posible reedición del duro conflicto que ambas partes mantuvieron en 2008.
El “botín” que se disputan es la soja de la última campaña, que permanece “oculta” en los silobolsas, así como también el “yuyito” de la actual cosecha, que los productores especulan con “amarrocar”.
La razón es simple: los sojeros prácticamente no tienen incentivos para salir a vender, dado que, si bien cada tonelada del poroto está valuada en dólares, en realidad reciben pesos. Y ni siquiera al tipo de cambio oficial: a causa de las retenciones, por cada divisa estadounidense, éstos se hacen de apenas $3,25, una cifra muy baja como para ir al “blue” o destinar las ganancias de la cosecha al ladrillo o a la compra de fierros.
Así las cosas, con un Gobierno decidido a ir por todo y un campo empacado en permanecer sentado sobre los silobolsas, el clima comenzó a tensarse cada vez más.
Así fue como en los últimos días, tal como diera cuenta iProfesional.com, volvieron los rumores sobre la posible instauración de una Junta Nacional de Granos, con la que el Ejecutivo estaría en condiciones de controlar a toda la cadena agrícola.
Desde la vereda de enfrente, el sector rural no se quedó atrás: ahora amenaza con resistir y dejar de comercializar soja por varios meses, con el objetivo de frenar la embestida oficial.
El problema es que, mientras los precios de las commodities de a poco vuelven a recuperar su brillo y varios competidores ya están en carrera para sacarle provecho al favorable contexto internacional, el país vuelve a quedar preso de sus propias peleas y crisis internas.
De este modo, mientras se profundiza la lucha entre campo y Gobierno, la Argentina está perdiendo importantes negocios y descuidando la situación de otros sectores clave en la generación de esos dólares tan desados por la administración kirchnerista, como es el caso del de la carne.
En efecto, con el continuo cierre de las exportaciones, negando permisos de embarque, y con los sucesivos planes de precios congelados impulsados por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, los productores fueron perdiendo gran parte del incentivo para producir, abastecer al mercado interno y salir al mundo con uno de los símbolos que mejor supo resumir la esencia nacional: el “bife argentino”.
Éste, en la actualidad, es una sombra de lo que pudo ser: las exportaciones caen en picada, el país resignó espacios en el concierto mundial que tantos años le costó conquistar y el stock ganadero hace años que no logra recuperarse.
“La Argentina no paró de perder terreno. Ya prácticamente no le vendemos nada a países como Rusia o Egipto, grandes compradores de carne. Lamentablemente hemos retrocedido mucho en el mercado mundial como resultado de la política de Moreno”, disparó sin anestesia Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), en diálogo con iProfesional.com.
“Todo lo que es mercado de volumen lo hemos perdido. Lo único que subsisten son las exportaciones de Cuota Hilton -el sistema por el cual la Argentina exporta a Europa cortes de altísima calidad con preferencia arancelaria-. Después, el resto de los negocios, prácticamente se desplomó”, agregó el directivo, para quien “esto llevó a que 2012 cierre con una desastrosa caída de las ventas al mundo”.
Según datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), el año pasado las exportaciones de todo el complejo, generaron divisas por unos u$s1.284 millones, un 14 por ciento menos que en 2011 y un derrumbe del 32 por ciento frente al 2009, el último gran año para los frigoríficos con negocios en el exterior.
El dato a destacar es que, Uruguay, si bien ya venía superando a la Argentina en volúmenes exportados en los últimos períodos, fue recién en 2012 cuando también ganó la carrera en facturación.
En efecto, el país vecino, con un 80 por ciento menos de cabezas de ganado, generó envíos por u$s1.382 millones, unos u$s100 millones más que la Argentina, demostrando que Uruguay puede competir tanto en volumen como en calidad con los frigoríficos nacionales.
Al observar la “película”, el dato preocupante es que, desde que se iniciara la era kirchnerista, las exportaciones nacionales de carne vacuna y derivados apenas crecieron un 100 por ciento. Como contrapartida, los envíos de cortes uruguayos se dispararon un 255 por ciento.
Las diferencias también son notorias si se compara la performance de Brasil, el segundo mayor exportador de carne bovina del mundo: mientras que en 2002 ese país exportaba 2,3 veces más en valor que la Argentina, el último año la brecha prácticamente se duplicó, de modo que Brasil -que en 2012 logró un récord histórico- hoy exporta 4,5 veces más de carne, tal como se refleja en la siguiente infografía:
Como puede observarse, hace diez años, las exportaciones albicelestes duplicaban cómodamente a las del país ahora comandado por José “Pepe” Mujica y estaban “a tiro” de las brasileñas. Hoy todo eso cambió y la Argentina quedó relegada.
En buen romance, el país se despidió de las “grandes ligas” y ahora pasó a ubicarse en el pelotón de fondo en cuanto al abastecimiento mundial.
En la siguiente infografía se puede observar cómo, pese a ubicarse en el 5to puesto entre los principales productores internacionales, a la hora de salir a vender al mundo, en 2012 el país quedó fuera del Top 10, siendo superado por países prácticamente sin relevancia comercial hasta hace unos años como Paraguay o México.
De símbolo nacional a sector en crisis
En este contexto, Schiariti destacó que, en la actualidad, más allá de las políticas oficiales tendientes a desalentar la exportación, el principal problema que debe enfrentar el sector es la dramática pérdida de competitividad.
“La producción es cada vez menor a causa de las sucesivas regulaciones que terminaron impactando en la actividad. Después fue que aparecieron los problemas de costos”, agregó Elizondo.
En efecto, así como un auto argentino o cualquier producto industrial tiene cada vez mayores problemas para competir en el exterior, con la carne sucede algo similar: los altos costos y el atraso del tipo de cambio son dos factores esenciales que están castigando a la industria.
“Hemos llegado a un punto tal que hoy es más negocio vender en el mercado interno que exportar. Hay muchos problemas para colocar la producción en el exterior porque, por un corte de carne de similar calidad, el frigorífico argentino lo tiene que vender entre u$s800 y u$s1.200 más caro por tonelada que uno de Uruguay”, disparó Schiariti.
El presidente de CICCRA aseguró que “esto es producto del fuerte atraso cambiario y de las retenciones, del orden del 15 por ciento, que generan que el empresario esté recibiendo apenas $4,22 por dólar que liquida en concepto de exportaciones”.
“Este cuadro de situación está llevando a que lo único que sea rentable exportar sea la Cuota Hilton”, aseguró el experto.
Así las cosas, en la actualidad tan sólo el 7 por ciento de la carne producida en la Argentina tiene como destino el mercado externo. El resto queda en la plaza local sin que se vea reflejado en buenos precios para el consumidor.
Cabe destacar que siete años atrás, el nivel de cortes para satisfacer la demanda internacional ascendía al 25 por ciento del total, es decir, una proporción casi cuatro veces mayor que la de hoy en día y con un consumo interno más elevado.
Así las cosas, Elizondo destacó que “es una lástima lo que se hizo con la carne. Cuando estaba en la Fundación ExportAr hicimos una encuesta entre empresarios de todo el mundo y obtuvimos que la carne, junto al cuero, figuraban entre los cinco elementos que más identificaban a la Argentina”.
Sin embargo, “hoy llegamos al punto en que gran parte de los restaurantes argentinos ubicados en el exterior tengan que estar vendiendo carne brasileña o uruguaya. Un sinsentido”.
Desincentivo a la producción
A través de un comunicado, desde CICCRA detallaron que el problema que está generando este continuo desplome de las exportaciones es que “se genera una sobreoferta en un mercado interno muy poco demandante y, por lo tanto, el precio del ganado en pie se mantiene en los mismos valores nominales de los últimos dos años, generando un aumento de la faena de hembras y, por consiguiente, una desaceleración gradual del ritmo de recuperación del stock ganadero que hasta octubre llevaba 30 meses”.
La faena de hembras es uno de los principales “termómetros” para medir el momento que está atravesando el sector, dado que cuantos más animales con capacidad de reproducción se destinan al consumo de carne mayor es el desincentivo a ampliar la cantidad de cabezas de ganado.
En este sentido, desde la cámara alertaron que, de acuerdo con los últimos datos disponibles, la recomposición del stock avanza a paso muy lento. No sólo eso, sino que todavía se ubica muy por debajo de los niveles de hace seis años.
“En la actualidad estimamos que tenemos unas 51 millones de cabezas, es una cifra levemente superior a las 47,5 millones que había a fines de 2010, tras la sequía y la crisis entre el campo y el Gobierno. Sin embargo, todavía estamos muy lejos de los 61 millones de animales que había en 2007, lo que demuestra que en estos años, y a causa de las políticas oficiales, se perdió un 15 por ciento del stock”, aseguró Schiariti a iProfesional.com.
Según el empresario, “esta fuerte caída de las existencias es lo que provocó la suba de precios al consumidor, porque una caída del 15 por ciento pega muy fuerte en el nivel de oferta”.
En este contexto, desde CICCRA alertaron que “ya cerraron sus puertas unos 125 frigoríficos, lo que terminó generando una pérdida de 13.870 puestos de trabajo”, sumado a que “las multinacionales de origen brasileño bajaron las persianas de la mayoría de sus establecimientos y están en retirada”.
“La gran mayoría eran empresas dedicadas a la exportación. Muchas cerraron definitivamente. Otras están a la espera de que mejore la situación para volver a la actividad. El escenario es muy complejo y deja a las claras que se acabó la política del tipo de cambio competitivo”, disparó Shicaritti.
La pérdida de incentivos para exportar es tal que ni siquiera las misiones comerciales llevadas adelante por Moreno a lo largo de 2012 redundaron en mayores ventas al exterior, pese al fuerte énfasis que se hizo sobre el “bife argentino”, con envío de ganado en pie y asados multitudinarios para agasajar a autoridades y funcionarios de cada uno de los países visitados.
En efecto, en el caso de Angola, este país africano adquirió en 2012 cortes de carne bovina fresca, congelada y menudencias por apenas u$s6,4 millones.
Si bien esta cifra implicó un modesto crecimiento del 12 por ciento respecto a 2011, significó un importante retroceso respecto a los u$s10 millones logrados en 2010.
La situación fue más decepcionante en el caso de Azerbaiján: durante una gira oficial, la delegación argentina celebró una fiesta para más de 500 personas, con mucho vino y abundante asado pero, todavía, los negocios siguen sin aparecer: el año pasado se exportaron tan sólo 236 mil dólares, una cifra ínfima, equivalente al 0,02 por ciento del total e, incluso, menor que la de 2009.
Para Elizondo, “el presente de la actividad cárnica en la Argentina es malo. El daño que se le hizo al negocio fue terrible y sin dudas va a llevar muchos años recomponer el stock y volver a posicionar a este producto en las góndolas del mundo”.
Mientras tanto, en algún restaurante argentino de Londres o Miami, es probable que, por los problemas que hay en el exterior para conseguir cortes nacionales, en estos momentos muchos clientes piensen que están disfrutando de un buen “bife argentino” cuando, en realidad, están saboreando un churrasco con sello uruguayo o brasileño.
Fuente: Agromeat.