Son provocadas por bacterias y hongos presentes en silos, en maíces diferidos y en raciones de alimentos a corral.
“La intensificación, en sus distintas modalidades, está siendo incorporada en los campos ganaderos. Este fenómeno es activo y permanente y demanda un reacomodamiento de todos los participantes de este proceso”, dijo Ernesto Odriozola, técnico del INTA Balcarce, en el último Congreso de los grupos CREA del Sudeste.
En este sentido, el técnico afirmó que el manejo sanitario no constituye la excepción y que el médico veterinario debe tener presente que con la intensificación aparecen nuevas patologías.
“Cuando se habla de intensificación se abarcan distintas herramientas, que incluyen aumento en la carga por la implantación de pasturas, sistemas de restricción con maíz o sorgo en pie, suplementación con silo o con grano e incluso encierre a corral”, expresó el técnico.
En todos estos sistemas se pueden identificar enfermedades que en algunos casos pueden reducir la producción o bien llevar a la muerte a un número significativo de animales. A continuación, se describirán brevemente algunas de estas patologías.
Enfermedades
En el momento de emplear silaje como suplemento, el técnico considera que se debe tener en cuenta la correcta fermentación del material. “Cuando esto no sucede, el pH del silo se eleva a valores por encima de 5,5, generándose así las condiciones ideales para el desarrollo bacteriano. Tal es el caso del género Listeria, que se caracteriza por producir una alteración del comportamiento del animal, con signos nerviosos tales como ceguera, giro en círculos, caída de una o ambas orejas, depresión y muerte tras un curso de 24 a 48 horas”, consideró.
En otro sentido, Odriozola planteó la necesidad de revisar el silo de posibles roturas que traerán aparejadas la invasión de hongos, algunos de los cuales producen sustancias tóxicas para los bovinos conocidas como micotoxinas (Aflatoxina, Deoxinivalenol, Nivalenol y Toxina T2). “No es común que estas sustancias se encuentren en niveles suficientes como para ocasionar la muerte; no obstante, si son consumidas durante un tiempo prolongado, incluso en bajas concentraciones, deprimen el sistema inmunológico de una manera silenciosa, aumentando la susceptibilidad a ciertas enfermedades bacterianas y virales”, señaló.
Según este técnico, en nuestro país es muy común el uso del rastrojo de maíz como recurso forrajero y, últimamente, también se ha difundido el empleo de maíz diferido.
Para el disertante, determinadas circunstancias, como la siembra de maíz en un potrero precedido por el mismo cultivo o sequía durante el período de floración seguida de períodos húmedos, favorecen el desarrollo de un hongo llamado Stenocarpella maydis que afecta al tallo y a la espiga del maíz, produciendo una toxina llamada diplonina, cuyo consumo ocasiona la muerte de los animales con sintomatología nerviosa previa. “Si se detecta esta afección tempranamente y se retira a los animales del maíz contaminado se logra la recuperación de la mayoría. Además, esta toxina puede producir abortos”, señaló.
Herramientas
Por último, el técnico destacó que en los sistemas de encierre y también en animales suplementados a campo es recomendable que se empleen productos como la monensina o lasalocid, (ionóforos) que ofrecen al productor una serie de beneficios desde el punto de vista sanitario y productivo.
“Es imprescindible que se los utilice pero si se los emplea de manera inadecuada, en dosis excesivas o se producen errores en la mezcla, pueden provocar graves pérdidas por la muerte de animales con signos clínicos respiratorios”, dijo.
“Estas son algunas de las patologías que surgen cuando se intensifican los sistemas de producción. En todos los casos, una rápida intervención del personal puede impedir que las pérdidas sean graves, por lo que hay que destacar la mayor dependencia de los sistemas intensivos respecto de la intervención del hombre y la necesidad de su capacitación para realizar el trabajo en forma eficiente”, culminó..
Fuente: La Nacion