En su reciente gira por Europa, el ministro de Agricultura, Luis Mayol, logró levantar la restricción que pesaba en dicho mercado para el ingreso de carne bovina chilena.
El pasado 26 de marzo, el SAG anunció que había decidido suspender la certificación de carne bovina para exportar a Europa mientras adoptaba medidas que satisficieran las exigencias en materia de inocuidad que imperan en ese mercado. El SAG tomó dicha determinación obligado por una auditoría hecha por la Unión Europea que detectó serias deficiencias en el sistema de certificación de calidad de la carne de vacuno chilena, principalmente en lo referido a la trazabilidad.
Pese a que el volumen de exportaciones chilenas de carne bovina no es significativo en términos estadísticos, el creciente prestigio de la carne nacional en uno de los mercados más exigentes del mundo constituía una punta de lanza para el desarrollo del sector exportador ganadero; y lamentablemente, esta situación manchó dicha reputación. Es por lo anterior que el resultado de las gestiones del ministro deben tomarse como una buena noticia, pues ello no sólo permitirá retomar el comercio con Europa, sino que ingresar con buenas credenciales a otros mercados, como Corea y China.
Lamentablemente, este proceso obligó a dejar fuera a un número importante de productores de ganado bovino (cerca del 80%) que no estaban cumpliendo con las exigencias de la Unión Europea, pese a que habían realizado las inversiones necesarias para constituirse en planteles animales bajo certificación oficial (Pabco-A). Y es debido a esto último que la reacción de los ganaderos no fue tan entusiasta como el secretario de Estado hubiese esperado, ya que a juicio de los productores, la marginación de buen número de predios de la certificación hace que esta noticia tenga un impacto mínimo.
Asimismo, los ganaderos, agrupados en Fedecarne, sostienen que la implementación de las medidas para mejorar la certificación de la trazabilidad y la asignación a los productores de la responsabilidad de llevar a cabo este proceso, aumentarán los costos de producción a un nivel que amenaza la rentabilidad. De hecho, algunos dirigentes locales han manifestado que resulta igual de conveniente, en cuanto a precios, vender el ganado tanto en ferias como a exportadores.
Este tipo de declaraciones, además de evidenciar una mirada cortoplacista del mercado mundial de la carne, dan cuenta de la mediocridad exportadora de un buen grupo de ganaderos chilenos, quienes no están dispuestos a jugar en las grandes ligas y prefieren apostar al mínimo, acusando una falta de incentivos en el mercado para mejorar.
Ejemplo de lo anterior es la crítica de los productores a la implementación de los DIIO (dispositivos de identificación individual del ganado bovino), que permiten hacer un seguimiento del animal desde su nacimiento hasta su comercialización final.
Es necesario entender que el desafío de mejorar los estándares de calidad en la producción y en los mecanismos de aseguramiento de la inocuidad debe ser compartido por todos los productores, no sólo pensando en la exportación a Europa y a otros mercados, sino que apuntando a la excelencia y al inminente endurecimiento de las exigencias que impondrá el futuro Ministerio de Agricultura y Alimentación al comercio de carnes en el mercado interno.
Cuesta empatizar, entonces, con la molestia de los ganaderos cuando lo que se les pide es mejorar la calidad.
Fuente: Agromeat