Los bovinos han servido al hombre desde su domesticación. Sin embargo, desde hace muy poco, se les responsabiliza de ser parte cada vez más importante del fenómeno del cambio climático, lo cual no corresponde a la realidad. El metano constituye un 10,6% de los gases de efecto invernadero (GEI) en EE.UU. y un 16% a nivel global, a diferencia del carbono, que representa cerca de un 80%. El carbono se libera fundamentalmente por el uso de combustibles fósiles. El aumento del CO{-2} en EE.UU. ha sido de 8% versus el 1,7% del metano en EE.UU., entre 1990 y 2009.
Un estudio estadounidense determinó que si toda su población dejara de comer carnes, las emisiones de GEI de ese país se reducirían solo un 2,6%. Es evidente que quemar bosques para reemplazarlos por ganadería es la peor ecuación, pero no responsabilicemos a los bovinos, sino al hombre.
Muchos investigadores concluyen que los esfuerzos para disminuir los GEI tienen mejores perspectivas de éxito si se centran en la reducción de emisiones de carbono y en el aumento de su captura a través de la forestación. De todas formas, los investigadores en ciencia animal siguen mejorando la eficiencia productiva que, como indica la FAO, es la vía para reducir las emisiones de metano. Los avances en nutrición, genética, sanidad y manejo de praderas y del pastoreo han permitido avances notables en la eficiencia productiva. El año pasado, cada vaca lechera produjo 5.300 lt/leche en su lactancia de 305 días, versus los 1750 litros de 1981.
La población bovina nacional se ha reducido de 4,1 a 2,7 millones de cabezas, lo que es el 1% de la masa ganadera del Mercosur. La mayor parte del ganado está en manos de la agricultura familiar campesina. Es lamentable cómo la exageración del argumento del metano y un eventual efecto negativo de la carne bovina en la salud humana destruye esta opción de vida en los campos. Chile, con su riqueza forestal y su progreso en el reemplazo de los combustibles fósiles por ERNC, podrá comprometerse con la meta que exige el planeta a corto plazo, la carbono neutralidad.
Fuente: Revista del Campo - El mercurio