El plástico del futuro hecho con restos bovinos
29 agosto 2011

¿Qué hacer con los  materiales específicos de riesgo que se extraen de los bovinos tras su entrada al matadero? La respuesta la está buscando (y encontrando) un científico canadiense de la Universidad de Alberta.
El investigador  David Bressler y su equipo está trabajando en una iniciativa que busca darle utilidad a los restos inutilizables de los animales, incluyendo los MER.
Se trata del cráneo -incluido el encéfalo-, los ojos, la medula espinal, los intestinos y las amígdalas de los vacunos, que son las partes más susceptibles de contagiar la Encefalopatía Espongiforme Bovina, también llamada mal de las vacas locas, un tema que en el hemisferio norte tuvo una inmensa crisis a comienzos de este siglo.


El equipo científico ya tiene novedades. Utilizando las partes de desecho que fueron dejadas de lado en el proceso de producción cárnica, transformaron las proteínas de ganado en plásticos de alta resistencia, que pronto podrían ser usados en todo: desde piezas de automóviles y hasta en cajas de CD.
Las proyecciones podrían darle un impulso competitivo a un rubro que vivió complejos años, tras la crisis sanitaria por las vacas locas  de 2003 en Canadá. Pero además expandirse a otros lugares del mundo.
Al encontrar una manera de convertir estos subproductos de origen animal en forma de plástico para uso industrial, Bressler y su equipo, que también incluye a Phillip Choi, profesor de la Facultad de Ingeniería, tiene la esperanza de desviar toneladas de residuos de proteína que van a parar a los vertederos a través de América del Norte y usarlos en la fabricación de plásticos.
De esa manera, proyectan aumentar los niveles de beneficios en la industria ganadera, dándole valor a estos subproductos  inservibles.
“Si podemos obtener el valor más fundamental de nuevo en el proceso, esto ayudará a la industria ganadera más que cualquier política de gobierno”, dijo Bressler, en relación  a su descubrimiento que le otorgaría un beneficio económico a productos que actualmente sólo son basura.

proceso
La base del proyecto está en el proceso térmico utilizado para convertir las proteínas de los subproductos de la especie bovina en los plásticos.
El protocolo se basa en la utilización de agua a alta presión para romper las proteínas en sus componentes básicos, que pueden ser utilizados -mediante otra reacción química- para la producción de polímeros similares al plástico.
El proceso da como resultado un polvo de color pardo, opaco y sin olor, que puede fundirse para darle la forma que se quiera.
Y el resultado final es un material duro y flexible, más o menos, dependiendo del número de veces que se somete al proceso químico. Además, aún pueden variar más sus características combinándolo con otros productos, como la fibra de vidrio.
Los nuevos plásticos de laboratorio creados por Bressler ya se están poniendo a prueba por el grupo Woodbridge, un fabricante de partes de automóviles.
El análisis se centra en poder ver si los plásticos pueden ser mezclados con fibras renovables como el cáñamo. Si hay éxito, este biocompuesto podría ser utilizado en materiales de alta resistencia como la construcción de soportes estructurales. 
“La industria del plástico está bajo presión para aumentar el contenido de renovables en sus productos. Como resultado de ello, este proyecto ofrece la oportunidad de hacer precisamente eso. Y al mismo tiempo, ayudar a dar valor de nuevo a las zonas rurales de Alberta y el sector de la carne”, afirma.

Fuente: Revista del Campo Sureño

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