Llega al corral un camión de tamaño medio, destartalado, sin muchas condiciones para trasportar animales que van al matadero. “Es lo que hay”, piensa el productor ganadero. No es fácil hacer que los animales entren al pequeño y cerrado vehículo, y muchas veces hay que empujarlos con fuerza e incluso pegarles para que suban. Ya adentro, con poco espacio, muchos quedan hacinados durante horas, sin poder comer o tomar agua. Si a esto se suma que, sin mucha conciencia, algunos conductores frenan, hacen virajes bruscos, o dejan el camión estacionado a pleno sol o lluvia, el panorama se pone más negro. Después del trayecto -que en Chile promedia en varios tramos sobre las 24 horas-, cuando los animales están más estresados que nunca, llegan al matadero. Es un lugar extraño donde se escuchan ruidos intimidantes, y se sienten olores fuertes, lo que hace que el estrés, ya bastante alto, se empine aún más. Sin mediar aviso y de forma generalmente más abrupta que cuidadosa, los animales son destinados a lo que llaman “el sacrificio”.
La descripción anterior es una postal común. Al hablar del transporte desde los corrales a las faenadoras, lo que prima no es precisamente el resguardo de los animales. Y el mismo trato con distintos matices se suele repetir en otros procesos productivos, como el destete de terneros o la inclusión en corrales de engorda.
Pocos han tomado conciencia de que no causar sufrimiento a los animales, no sólo es clave a nivel de dignidad, sino que puede significar mejores retornos para los productores.
TRATOS DIGNOS, CIFRAS AZULES
Está claro que comer carne es necesario para una dieta saludable. Pero alimentarse no tiene por qué implicar dolor para los animales. Esa es una de las premisas que pregonan los defensores del bienestar animal, un concepto amplio, que se aplica para hablar desde el trato que se da a las mascotas en el hogar, pasando por el cuidado que tienen los animales en zoológicos o parques naturales, hasta llegar a la industria de la carne y el trato dado en el campo y en la faena.
Los defensores de la tendencia, no sólo destacan que es un tema de dignidad para los animales, sino que seguir los preceptos de buenos tratos, puede significar interesantes dividendos para los empresarios que incorporen dichas prácticas en todas sus faenas.
Una planta faenadora que procesa cien mil bovinos mensuales y tiene el 17% de las canales con pH elevado -sobre 5,8 o corte oscuro, que es uno de los problemas de calidad de carne resultantes de un estrés crónico- puede dejar de ganar fácilmente unos 300 a 400 millones de pesos al año, según estimaciones del Instituto de Ciencias Animales de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Austral.
Es que si el animal está muy estresado se daña la carne. Aunque en sanidad se cumplan con todas las condiciones, su color y sabor pueden ser distintos y, por tanto, menos apetecibles en los mercados de destino.
Un producto faenado que no alcanza los estándares esperados para exportación, altamente exigentes en mercados como la Unión Europea, termina rematándose a precios muchos más bajos, como por ejemplo, congelado para el mercado nacional o para productos como hamburguesas.
Eso sin hablar de las pérdidas que se generan en la industria, por contusiones o abscesos en los animales. Los cortes dañados deben ser descartados, lo que significa carne que se deja de vender.
Otro tema que genera bajas al productor es el descuido que se suele tener con los animales enfermos.
“Por ejemplo, hay grandes pérdidas que se producen en los rebaños lecheros, debido a las cojeras. Una vaca coja no sólo tiene un pobre bienestar, porque siente mucho dolor al pisar, sino que también da menos leche y sus índices reproductivos son malos, con mayores gastos en médico veterinario y tratamientos. En estos casos, entonces, con un diagnóstico y tratamiento temprano se puede mejorar el bienestar de las vacas y también la producción”, explica Carmen Gallo, coordinadora del grupo de bienestar animal del Instituto de Ciencias Animales de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la U. Austral.
Entre los efectos físicos y psicológicos que registran los animales maltratados, se da el desbalance nutricional, la proliferación de enfermedades, el estrés y conductas repetitivas en el caso de animales confinados a espacios pequeños.
Entre los argumentos de quienes le hacen el quite a tomar medidas especiales orientadas hacia el bienestar de los animales, está el que no pueden tomar precauciones porque es más caro, y los consumidores no pagan por eso.
Para los expertos hay un foco erróneo en la forma de abordar el tema.
“¿Por qué un producto certificado con bienestar animal tendría necesariamente mayor costo y, por tanto, debería ofrecerse a mayor precio? Lo que no calculan los productores es que las buenas prácticas de manejo en salud y bienestar animal conllevan mayor producción (leche, carne, huevos) y de mejor calidad (al menos en el caso de la carne)”, sostiene Gallo.
REGULACIONES
El 2005 se firmó un acuerdo de cooperación económica con la UE. Entre los detalles del documento hay un apartado específico de normas orientadas al bienestar animal que exige la comunidad para la exportación de carne en los ámbitos del sacrificio de animales para consumo y para el transporte de animales vivos hacia ese mercado. También en Chile existe una ley de protección animal, vigente desde octubre del año 2009 y regulaciones claves como las referentes al transporte de ganado bovino y el de plantas faenadoras, dentro del contexto de la Ley de Carnes o Ley 19.162. Pero aunque hay medidas concretas implementadas, en términos de exigencia falta mucho camino por recorrer.
“En términos de comercio internacional el tema del bienestar animal está fuera del Acuerdo Sanitario y Fitosanitario de la OMC, por lo tanto, no se puede utilizar como una barrera ligada a aspectos sanitarios”, sostiene Leopoldo Stuardo, director del subdepartamento de Bienestar Animal del SAG.
La misma opinión tienen en el Departamento de Bienestar Animal de la U. Austral.
“No sólo debemos cumplir al exportar, sino también hay que resguardar el bienestar animal en los productos destinados al mercado nacional. Se están desarrollando normativas para la producción animal a nivel de granjas y centros de comercialización, también se está complementando la reglamentación de transporte de bovinos haciéndola extensiva a las otras especies animales y se están complementando aspectos relativos al sacrificio humanitario de los animales, todo dentro del contexto de la Ley sobre Protección de los Animales (20.380)”, indica Carmen Gallo.
Entre las iniciativas que se han venido trabajando, el SAG ha regulado aspectos no abordados relacionados con el bienestar animal en las áreas de producción industrial, comercialización, transporte y beneficio de los animales de producción y animales silvestres.
Por otra parte la Universidad Austral, con su programa de Bienestar Animal, viene trabajando hace más de una década en investigaciones en la materia, con avances que han sido reconocidos por instituciones como la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE por sus siglas en inglés), organización encargada de entregar recomendaciones para los países miembros.
Poner el acelerador en esas medidas sería clave para dar cuenta de los requerimientos que se irán imponiendo, con consumidores cada vez más conscientes frente al bienestar animal.
“Hoy en día la única certificación oficial que considera estándares de bienestar animal es la que nos demanda la Unión Europea. Pero se observa una tendencia. Estudios de opinión en Europa han concluido que más del 60% de los consumidores europeos espera que los productos de origen animal que consumen incluyan estándares de bienestar animal. Y cada día, más países consideran al bienestar animal, como uno de los aspectos que deben estar bajo el control de los Servicios Veterinarios Oficiales y, por lo tanto, nos solicitan información de cómo estamos enfrentando este aspecto a nivel oficial”, sostiene Stuardo.
Es una tendencia que se irá ampliando y que ya comienza a percibirse a través de cadenas de supermercados y clientes específicos que hacen sus propias exigencias.
“El que quiere exportar a países de la Unión Europea debe cumplir con lo que cada cliente pide, porque en realidad al final no son exigencias generales de los países, sino específicamente de los clientes compradores. Por ejemplo, una cadena de supermercados compra sus productos con especificaciones de bienestar animal. El que quiere venderles las cumplirá y el que no quiere cumplirlas se tendrá que buscar otro cliente”, explica Gallo.
Taller sobre bienestar animal en el transporteMejorar el transporte de bovinos, tanto en sus condiciones ambientales como en los tiempos del trayecto, es lo que se discutirá en el evento “Bienestar animal durante el transporte” que se realizará los días 4 y 5 de octubre en el Campus Isla Teja de la Universidad Austral en Valdivia.
Más información en www.bienestaranimal.cl
Fuente: Revista del Campo.