Paraguay ha notificado a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y a sus principales socios comerciales el hallazgo de Fiebre Aftosa (FA) en su territorio.
Causó sorpresa, pues el país era considerado libre de la enfermedad con vacunación. Un estatus reconocido internacionalmente y logrado después de un enorme esfuerzo nacional y multinacional.
Sólo con la notificación del evento, cientos de contenedores con carne han sido devueltos al país. Así, después de un periodo optimista de 3 meses y realista de un año y más, se podrían ir reabriendo los mercados.
Pero más allá de los impactos de la FA en Paraguay, ¿por qué hay tanta preocupación en el mundo y particularmente en Sudamérica?
La FA es una de las enfermedades animales más infecciosas del mundo y aunque no afecta a humanos, puede trasmitirse entre animales por contacto directo, a través de la carne y otros elementos inanimados contaminados. No sólo bovinos, sino que cerdos, ovinos y caprinos son susceptibles a la enfermedad.
El problema es que este hecho demuestra que aunque había pasado ya un tiempo, una vez más aparecen focos en uno de los países de Mercosur, lo que sugeriría que el virus de la FA circula por el país.
Además, a lo menos pone en duda la efectividad de las medidas preventivas y de control que se han puesto en práctica por el país.
Claro, existen millones de animales susceptibles y de riesgo frente a este foco, de todas las especies, en países vecinos directos e indirectos a Paraguay, los cuales actualmente se presentan como libres de FA y que son exportadores de carne de varios productos al mundo, como Argentina, Brasil y Uruguay.
Para algunos países importadores de carne, la FA en uno de los países de la región, pone en sospecha a todo el territorio (“efecto barrio”), pues los límites entre países son más bien abiertos y vulnerables, situación que se agrava mientras no todo quede bien clarificado.
El problema mayor es lo que no se sabe y lo que podría suceder.
Las características de la enfermedad, las medidas de control aplicadas con anterioridad, la evolución del evento actual y las medidas para ser enfrentado son inciertas.
A pesar de la transparencia inicial de las autoridades sanitarias de Paraguay al notificar, no son claramente detalladas las características del caso (por ejemplo la cepa actuante); aún no se conoce claramente por qué se produjo el reciente foco; por qué ahí; desde cuándo estaba la sospecha; cómo se estaban aplicando las medidas de control (vacunación); y finalmente ¿es un caso aislado o es una situación más general de vulnerabilidad?
Por otra parte, es clave saber cuáles son todas las medidas que se están tomando y con qué efectividad. Y por qué demoraron tanto en el sacrificio de los animales infectados y de contacto. En definitiva cuál es el real riesgo para la región.
La respuesta a estas preguntas permitiría estimar mejor los posibles escenarios de diseminación de la enfermedad e impacto potencial, asunto que con la información que hoy está disponible no es posible.
Por la naturaleza de la enfermedad, toda esta incertidumbre y la experiencia reciente, podemos señalar que el pronóstico es reservado.
Para Chile, este evento significa un cambio en la evaluación del riesgo e impactos en la oferta de carnes desde Paraguay, principal proveedor de carnes de bovinos al país.
El SAG ya tomó las medidas precautorias, suspendiendo el ingreso de carnes de bovinos e irá reforzando las medidas preventivas de acuerdo al nuevo riesgo.
Pero lo ocurrido demuestra una vez más, que a pesar de los avances tecnológicos, voluntad de los países, recursos invertidos y apoyo internacional, las enfermedades animales transfronterizas están ahí, se expresan y generan enormes impactos económicos y sociales.
Hoy en día, Chile exporta alrededor de mil millones de dólares en productos de origen animal al mundo y un evento de FA en su territorio significaría pérdidas económicas enormes y devastadoras.
Por ello, se justifica que el país invierta esfuerzos y recursos para estar preparados para prevenir, detectar precozmente y actuar rápida y efectivamente frente a un evento sanitario como la FA, minimizando los potenciales impactos.
La revisión y actualización de estos mecanismos preventivos son fundamentales para un Chile Potencia Alimentaria en productos pecuarios.
(*) Hernán Rojas Olavarría, Ph.D.
Especialista en Epidemiología Veterinaria y Control de Enfermedades Animales
Director CERES-Bioseguridad y Calidad Alimentaria
Fuente: Revista del Campo Sureño