Todos los estudios y análisis muestran que los precios del ganado y de la carne bovina seguirán en una curva ascendente en todo el mundo.
Se trata de una coyuntura que podría dar un impulso definitivo en Chile a un rubro que por años ha vivido más periodos de vacas flacas que de las gordas. Aunque suene a paradoja.
De allí que resulten clave una serie de iniciativas ligadas a la investigación, que apuntan a mejorar el proceso de engorda, optimizar los recursos forrajeros y acotar los costos productivos al máximo. Todo, para rentabilizar y darle sustentabilidad al negocio ganadero en cada una de sus etapas.
En este escenario se realizó un día de campo en producción de carne bovina. Más de un centenar de productores, profesionales y técnicos se dieron cita en Inia Carillanca.
El doctor Adrián Catrileo, explica que desde sus inicios el Inia se ha enfocado en temas relacionados con la carga animal y cómo obtener novillos gordos al final de la temporada. “Con el tiempo se han determinado claramente para el secano y el riego potenciales de producción de peso vivo. En praderas se han estudiado nuevas especies forrajeras, siendo el bromo, especie nativa chilena, la que ha recibido en la actualidad la mayor atención. En cuanto al ganado se ha pasado de determinar cantidad por calidad”, señala.
claveles y ecografías
Catrileo mostró en terreno uno de los proyectos que desarrolla el instituto. “Genómica aplicada a la raza clavel de carne” se denomina la iniciativa que está en marcha.
Según explica el especialista, hoy la carne de exportación se define por dos aspectos principales: el marmoleo, que es el contenido de grasa intramuscular; y la terneza, medida como la resistencia al corte.
La grasa intramuscular es la que se deposita en menor cantidad. Pero su presencia mejora considerablemente la palatabilidad de la carne.
Lo cierto es que en la raza clavel, se ha observado por años que ésta no tiene una gran capacidad de infiltrar grasa. Por ello, se busca revertir este “defecto” identificando los ejemplares que tengan una predisposición genética.
Claro, para esta característica se han identificado algunos genes que mejorarían la calidad de la carne bovina. Y lo que busca el proyecto es, a través de un ensayo realizado en terreno, intentar correlacionar las características genéticas del animal, con los parámetros ya mencionados.
Es decir, se busca establecer si un animal puede infiltrar mejor grasa que otro en virtud de su genética, independiente de la alimentación. Esto entregará a los productores, a juicio de Catrileo, una poderosa herramienta de selección para dirigir sus sistemas de producción hacia la demanda.
Allí entra al ruedo otra herramienta que se estudia en Carillanca: la posibilidad de evaluar la calidad de la carne en el animal vivo y no en el matadero.
El doctor en Ciencias, José Luis Riveros, indica que herramientas como el ultrasonido sirven para cumplir este objetivo.
El experto advierte que esta tecnología permite determinar parámetros como cobertura de grasa, área del lomo e infiltración de grasa en el músculo o marmoleo de la carne, para lo cual se requiere equipamiento y personal capacitado.
A su juicio, la principal ventaja de su aplicación en animales vivos, radica que con los datos obtenidos del análisis de las imágenes, es posible iniciar planes de mejoramiento genético en los futuros núcleos reproductores a una mayor velocidad que al utilizar datos de canal medidos post mortem.
En el caso de animales en engorda, se utiliza principalmente como una herramienta predictora (estimativa), que permite modificar el plano nutricional en función del rendimiento o calidad de carne que se quiera alcanzar al momento de la faena.
A juicio de Riveros, el ultrasonido constituye la única herramienta estandarizada para la estimación de calidad cárnica in vivo y presenta menor costo en comparación con el análisis de la canal o de marcadores moleculares.
La técnica mostrada en el día de campo, se basa en ecografiar en vivo a los animales durante la engorda, con el objetivo de determinar si el animal cumple con los requerimientos de la industria.
“Hoy Inia, a través de personal acreditado en Estados Unidos, lidera las etapas de validación y desarrollo de la técnica, acorde a la diversidad genética y productiva nacional”, sostiene el especialista.
forrajeras de secano
Desde 1994, Inia Carillanca está trabajando en identificar las alternativas forrajeras más convenientes para el sur de Chile.
Así fue como llegó a la variedad Poker Inia, una mezcla de las dos primeras variedades de bromo generadas en Chile y que se caracteriza por su mayor resistencia a estrés hídrico, crecimiento relativamente uniforme a través del año, resistencia al ataque de gusanos blancos y otros insectos del suelo.
Según explicó el ingeniero agrónomo, Fernando Ortega, esta variedad posee macollos más finos y mayor capacidad de macollaje, tiene semillas y aristas más pequeñas, y por otro lado su rendimiento de forraje, persistencia productiva y producción de carne bovina a pastoreo son mayores. Además, no tiene limitaciones nutricionales por no tener asociación con hongos endófitos.
De acuerdo a lo comentado por Ortega, se trata de una variedad recomendada para sectores de secano desde la provincia de Cautín al sur y que además puede ser una alternativa interesante bajo condiciones de riego, dado que no presenta latencia estival.
El experto agrega que para su germinación requiere temperaturas superiores a 10 °C y es una especie de lento establecimiento, razón por la cual su época ideal de siembra es de preferencia en otoño. Si hay buenas condiciones de humedad también puede ser en primavera.
Según comentó el fitomejorador y creador de la variedad a los asistentes del día de campo, en buenas condiciones de humedad puede sembrarse asociado a trébol blanco en igual dosis de semilla por hectárea. Y en caso de asociarse a otras gramíneas se debe disminuir su dosis de semilla de acuerdo a especie y dosis de gramínea asociada,
suplementos
El ingeniero agrónomo, Claudio Rojas, comenta que en el proceso productivo, una de las interrogantes que surge es si todas las fuentes proteicas tienen la misma eficiencia productiva y económica al incluirlas en las raciones alimenticias del ganado en engorda.
Para buscar la respuesta, un equipo de investigadores se dio a la tarea de analizar el impacto del consumo de granos enteros y molidos de avena y lupino australiano en las raciones.
Para ello se utilizaron vaquillas híbridas Hereford por Angus, de 22 meses y con pesos iniciales de 353 kilos que se mantuvieron en engorda durante 74 días consumiendo ensilaje y granos enteros de lupino y avena, versus ensilaje y los mismos granos molidos. Ello, en una proporción de 60% de ensilaje, 25% de avena y 15% de lupino, base materia seca.
Los resultados mostraron que las raciones que contenían los granos enteros permitieron consumos similares e incrementos de peso diarios de los animales muy parecidos, pero con un costo por cada kilo de ganancia más competitivo.
En síntesis, se logró una ganancia diaria de 1,423 kilos con granos enteros, versus 1,336 kilos cuando estos granos se molieron. En tanto, el costo de este incremento fue de 458 pesos por kilos con los granos enteros y de 577 en el caso de los granos molidos.
Asimismo, el rendimiento centesimal y el pH de la carne fueron similares.
A juicio de Rojas, esto da cuenta de una alternativa más económica, en virtud de los resultados mostrados por el estudio desarrollado el año 2010.
Claro, el estudio muestra que no se justifica la molienda de los granos de avena y lupino australiano al incorporarlos a raciones de engorda de novillos y vaquillas, cuando son menores a 24 meses de edad.
¿y la paja?
Otro de los análisis vistos en el campo, dice relación con el uso de paja de avena en la engorda de novillos. Ello, para establecer si es posible reemplazar totalmente el ensilaje de praderas por paja de avena en la engorda de novillos.
Este tema está siendo abordado en su tesis -cuyo trabajo en terreno se desarrolla en el centro de investigaciones emplazada en el camino a Vilcún- por el alumno de Medicina Veterinaria de la Universidad Mayor, Milton Fernández.
Los resultados preliminares indican que las raciones constituidas por un concentrado y paja de avena como único forraje, han dado como respuesta en los novillos 1,4 kilos al día de ganancia de peso, haciendo competitivo este sistema con una engorda tradicional que considera concentrado y el ensilaje de praderas.
A juicio de la directora regional de Inia Carillanca, Elizabeth Kehr, esta serie de investigaciones apunta a un hecho primordial: mejorar la calidad de la carne chilena, lo que a su juicio tendrá su recompensa en distintos mercados del mundo. “Hoy la gente está cambiando sus hábitos de consumo y apuntan a productos de mayor calidad”, remarca, enfatizando que parte de esa tarea está en sus manos.
Fuente: Revista del Campo Sureño