Los retos tecnológicos del agro sureño
2 noviembre 2011

El escenario en el que se desenvuelve la agricultura hoy, no es el mismo de hace 10 ó 20 años. Y es muy diferente al de hace tres décadas.
Por ello, la adaptación a las nuevas realidades tanto productivas como comerciales y hasta de los gustos de los consumidores, es casi una obligación.
Ese fue el tema de discusión del seminario denominado “Escenarios tecnológicos futuros para los recursos naturales y la agricultura”, organizado por la Facultad de Recursos Naturales de la Universidad Católica de Temuco y que contó con la participación de destacadas personalidades del sector agropecuario nacional.
Entre ellos, el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Luis Mayol, quien en su charla abordó la mirada empresarial de los desafíos de la innovación en agricultura.

Mayol señala que en los últimos treinta años el agro chileno ha logrado importantes aumentos de productividad, diversificación de productos y mercados y valor agregado.
En ese sentido, reconoce que los rubros tradicionales se han transformado. Y aunque hoy se siembran menores superficies, los rendimientos han crecido. Tres ejemplos: Chile ocupa el primer lugar del mundo en rendimiento de maíz por hectárea; el tercero, en avena; y el quinto en trigo.
Algo que se refleja además en el sector pecuario que ha pasado de exportar 66 millones de dólares en 1990 a más de 1.000 millones en 2010. “Nuestras carnes rojas se consumen en Estados Unidos, Europa, Rusia y Japón. Nuestras carnes blancas están en la mesa de chinos y japoneses. Y pasamos de ser importadores a exportadores netos de productos lácteos, posicionándonos en Centroamérica, China y Corea del Sur”, sostiene.
En ese plano, considera que los desafíos para mejorar la competitividad del sur de Chile en materia agrícola pasan por varios elementos.
Uno de ellos, es la reconversión productiva, elevando la productividad; innovando en uso de herramientas, seguros y coberturas de riesgo y tecnología; y buscando alianzas y nuevos nichos de mercado.
A esto se suma la necesidad de un nuevo trato laboral; el mejoramiento de la formación técnica, lo que a su modo de ver implica invertir en capital humano; y el desafío energético que conlleva el mayor uso de energías renovables no convencionales.
Pero además cree que hay mejoras concretas que hacer en la gestión del agua y en el plano del riego, que implica un trabajo de fondo.
En efecto, hoy de las 14 millones de hectáreas en explotación en Chile, sólo un millón tiene riego. Y el 72% de esta superficie es con riego de tipo gravitacional, lo que a su juicio es algo que se debe revertir. “La seguridad de riego es clave para el desarrollo del potencial agropecuario”, plantea.
Algo parecido, asegura, ocurre en el suelo. Mayol advierte que el sur de Chile tiene el 44% de los suelos en explotación. Allí se cuentan 6 millones de hectáreas de praderas, pero sólo el 15% tiene algún grado de mejoramiento.
A su juicio, se debe capitalizar este recurso (“clave para el desarrollo ganadero del sur), a través de un programa de recuperación más potente que el actual.
De hecho, cree que el presupuesto de 2012 para el Programa de Suelos Degradados -que llega a los 31.969 millones de pesos y creció 2,8% en relación a 2011- es claramente insuficiente.

más tecnología
El decano de la Facultad de Recursos Naturales de la UCT, Gabriel Vivallo, plantea que existe una necesidad de innovar y  de utilizar mejor los recursos, “de desintoxicar la tierra y el agua y sobre todo de innovar en la producción de alimentos y mostrar las perspectivas de crecimiento de la agricultura, la ganadería y la fruticultura de la región”.
“La chimenea de la producción agrícola son los mercados internacionales, los cuales ponen requisitos a los productos que son realizados mediante tecnologías. Y esos requisitos nosotros podemos cumplirlos porque hay una demanda enorme en el mercado de frutas, avellano europeo, carne y leche de bovino y ovino y la demanda en la acuicultura.Pero es urgente el poder seguir innovando en esta manera, lo cual se traduce también en la inyección de más recursos para esta área”, asegura el académico.
Algo que reafirma Patricio Parodi, director de Relaciones Internacionales de la casa de estudios, quien comenta que están muy interesados en incorporar tecnología a La Araucanía, básicamente a los recursos naturales como los agrícolas, forestales y acuícolas.
En su opinión, uno de los elementos clave para esto, se relaciona con la necesidad de hacer eficiente el uso de los fertilizantes químicos y sobre todo el nitrógeno en la agricultura.
Ello, pues pese a tratarse de una de las fórmulas más usadas y exitosas para aumentar la productividad de plantas y cultivos, tiene riesgos asociados a un uso poco prolijo de parte de la agricultura.
Entre estos efectos, se cuenta que los fertilizantes nitrogenados sumado al nitrógeno reactivo existente y el óxido nitroso, se ha convertido en un importante gas con efecto invernadero (GEI) superado sólo por el dióxido de carbono y el metano.
De allí que, según Parodi, se deba trabajar por ejemplo en crear variedades de plantas, gramíneas especialmente, más eficientes en el uso del nitrógeno;  mejorar las técnicas de fertilización; y asimismo mejorar el manejo agronómico de los cultivos.

desafíos macrozonales
Para Gustavo Rojas, director de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), en materia agrícola debe propiciarse un escenario en que se observe un equilibrio entre la sustentabilidad social, el cuidado ambiental y el crecimiento económico.
Para ello, existen una serie de desafíos para la agricultura de la macrozona agrícola del sur de Chile, que va desde el Bío Bío hasta Los Lagos, mirados desde distintos ámbitos,
Por ejemplo, desde la perspectiva del nuevo contexto climático regional. En ese plano, dice Rojas, se deben explorar nuevas oportunidades productivas, en virtud del cambio que se espera genere el aumento de la temperatura y la disminución de las precipitaciones, junto a episodios extremos. Esto, implica enfatizar en la importancia creciente del riego como un complemento productivo en el sur.
Pero junto con esto, se hacen patentes otros desafíos para diferentes  esferas. Una de ellas es en la estrategia exportadora, con la búsqueda de nuevos mercados y reforzamiento de la imagen país.
En el ámbito productivo, con el desarrollo de nuevos productos, variedades, mejor gestión y con valor agregado.
En temas tecnológicos, con la agricultura de precisión, investigación en organismos genéticamente modificados y mecanismo efectivos de transferencias y adopción de innovaciones.
En el ámbito del empleo, según el director de Odepa, se requiere de un aumento de la productividad de la mano de obra; capacitación del empleo especializado; y nuevas relaciones contractuales, entre otros.
En tanto, en cuanto a gestión, urge el diseño de modelos de gestión predial empresarial; manejo de sistemas de contabilidad; y modelos para organizaciones asociativas, entre otros.

salmones
Uno de los sectores que en la última década se ha encadenado -de mayor y menor manera dependiendo de coyunturas- con la agricultura sureña, es la salmonicultura.
Según señala Luciano Rivas, representante de SalmonChile en La Araucanía, hoy en día dos de cada tres salmones exportados desde Chile nacen en La Araucanía. Claro, en la zona se han instalado 38 pisciculturas industriales.
Pero además, se ha generado un segundo aporte a esta actividad que retoma vuelo en el sur de Chile, ligado a la dieta de los peces. 
Gran parte del aceite de raps producido en La Araucanía se destina a la producción de alimento para salmones, lo que ha impulsado positivamente al cultivo: “de 19 mil hectáreas sembradas el 2010 se proyectan mas de 30 mil para este año”, remarca.
La proteína vegetal es un elemento clave en la dieta de los peces. Se trata de alternativas más económicas y sustentables para la industria, aunque con inconvenientes relacionados a sus atributos proteicos.
Así es como en la zona se trabaja para potenciar genéticamente el lupino amarillo, de manera de asegurar la generación de plantas con características nutricionales mejoradas y adaptadas a las necesidades de la industria agroacuícola.

 

Fuente. Revista del Campo Sureño

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