La carne chilena se prepara para su desembarco en China
21 mayo 2012

Fue el propio ministro de Agricultura, Luis Mayol, quien anunciaba la semana pasada desde la ciudad de Beijing, en China (donde concluyó una visita de cinco días), que nuestro país había logrado un acuerdo para exportar carnes, tanto bovinas como ovinas, a la potencia asiática.

“Estamos concentrados en el ingreso de las carnes (al mercado chino)”, dijo el secretario de Estado en la capital del país más poblado del planeta.

La noticia era largamente esperada en el sector, considerando que se trata de un mercado de más de 1.300 millones de habitantes que cada vez comen más carne.

Y el rubro cárnico sureño ve con buenos ojos la noticia. Tanto a nivel de productores como de industria, donde coinciden que para llegar al gigante asiático la calidad está antes que la cantidad.

Lo primero, eso sí, es identificar los nichos de mercado para elaborar los productos específicos acordes a la necesidad de un país que está expandiendo su consumo. “Y así obtener un mayor valor agregado”, indica Harry Jürgensen, gerente general de Frigosor, agregando que es posible ingresar a China con los productos premium.

En este sentido, precisa que las alternativas de carne que pueden ser atractivas para el mercado asiático son de razas como Angus o Hereford. Y sobre todo la carne natural u orgánica, que si bien necesita un mayor proceso, es un producto que consigue un valor más atractivo para los productores al acceder a precios de compra más elevados en los destinos.

“No sabemos si este es un mercado que hará valer las características que tenga nuestra carne, pero esperamos que nos demanden productos con un alto valor agregado”, señala Jürgensen, precisando que el producto premium no sólo hace referencia a cortes especiales, sino que a la cadena productiva en su conjunto, que va desde la alimentación hasta la genética y las aptitudes carniceras del animal.

Esto es algo que ya están viendo en Uruguay. En el vecino país señalan que los importadores chinos ya no hablan sólo de comprar menudencias. Por el contrario, cada vez buscan más carne e incluso cortes de alto valor, empujados por un consumo que aumenta y parece no tener techo.

“Lo que me sorprendió más es cómo comen carne. Hay millones de personas que comen cada vez más carne en un mercado potencial de 500 millones de habitantes”, dijo al diario El País de Uruguay, el vicepresidente del Instituto Nacional de Carnes (Inac) de ese país, Fernando Pérez Abella.

Según el presidente de la Federación de Productores de Carne (Fedecarne), Christian Arntz, lo que viene ahora es estudiar este importante mercado, que viene a abrir nuevas expectativas para los crianceros, que se han visto gravemente afectados por la disminución de la masa ganadera que ha sido reemplazada para la producción láctea en los últimos años.

Se trata de un proceso que lentamente se comienza a revertir a partir de la retención de vientres que se ha apreciado en las últimas dos temporadas, lo que ha repercutido en menores faenas en las industrias del sector.



qué quiere china

En la actualidad la carne bovina tiene cerca del 10% de participación en el mercado doméstico chino. El 65% corresponde a la carne de cerdo y el 20% a la de ave.

En China, el consumo de carne bovina supera los 7 millones de toneladas, lo que equivale a 5,5 kilos anuales per cápita. Pero ha venido creciendo a razón del 8% anual en los últimos ejercicios, lo que sumado al mayor poder adquisitivo y los cambios en los hábitos de consumo, hace mirar con buenos ojos a un mercado en expansión.

En ese escenario, la importación de carne bovina alcanzó las 7.900 toneladas en el 2005, un crecimiento del 86% respecto del 2003. Y los proveedores actualmente son Australia, Nueva Zelandia y Uruguay. Además de Argentina que se sumó hace algunos meses.

En tanto, la producción de carne vacuna se encuentra limitada por la carencia de pasturas, la falta de conocimientos y experiencia en la cría de ganado y el rezago genético. De allí que la carne importada hace la diferencia.



¿impacto interno?


En 2011, los chilenos consumieron unas 310 mil toneladas de carne bovina. De ellas, 185 mil fueron producidas en Chile y 125 mil compradas en el exterior.

A juicio del gerente general de Frigosor, la apertura de este nuevo y potencial foco de negocio no debería variar el panorama de la comercialización nacional. Ello, pues no se prevé un aumento considerable de los precios pagados en el extranjero que desincentive su colocación en el mercado doméstico.

“Estimamos que los altos precios que tiene actualmente la carne en Chile se van a mantener. La grandes variaciones ya se produjeron, pero de todas formas habrá una leve tendencia al alza, porque la demanda es mayor que la oferta. No sólo en Chile, sino que en el mundo”, explica el ejecutivo.

A juicio de Jürgensen, esto se asocia a que la producción de carne bovina no tiene las mismas necesidades espaciales que la producción de carne de cerdo o de ave, por ejemplo, que se realiza en cautiverio.

Por el contrario, en Chile la crianza bovina es natural y está sujeta a los espacios productivos, principalmente a la disponibilidad de praderas en el sur de Chile.

Y este hecho se alza, justamente, como una oportunidad para exportar a exigentes mercados con productos saludables comprobados desde el punto de vista científico.

En efecto, las carnes producidas en base a praderas son ricas en Omega 3 (sustancia clave para el desarrollo y buen funcionamiento del organismo a través del aporte de grasas saludables), lo que entregan la posibilidad de posicionarse en el mercado internacional.



factor precio

Lo cierto es que al momento de hacer el análisis, los representantes del sector cárnico osornino señalan que el factor precio será determinante para ver si el mercado chino es rentable o no. Y si se genera una oferta acorde a las necesidades de ese mercado.

Si la respuesta es sí, sería un catalizador para aumentar la deprimida masa ganadera nacional que va en picada en los últimos años desde el Censo de 1997.

“Internamente no hemos sabido desarrollar un programa que efectivamente incentive la producción de carne bovina en Chile”, indica Jürgensen, a modo de autocrítica para el sector.

A juicio de Christian Arntz, el factor precio es fundamental para tomar decisiones en el sector pecuario. “Al tener mayor cantidad de retornos por concepto de venta de cortes, los productores analizarán la rentabilidad y podrían motivarse para volver de la lechería a la crianza. Reencantarse con el negocio”, dice el directivo.

El dirigente añade que si en el mejor de los casos se tuviera un crecimiento de la masa ganadera de entre 1 y 3% al año, “nos demoraríamos entre 10 y 15 años en recuperar los 4 millones 200 mil cabezas que teníamos el año 1997″.

Según cálculos de Fedecarne, recién con 6 millones de cabezas se podría abastecer el mercado interno, mientras que para posicionarse en el mercado internacional Chile debería contar con al menos 12 millones de cabezas.



impacto industrial

Lo cierto es que la baja en la masa faenable repercute en la industria cárnica. De los tres millones de cabezas de ganado bovino que existen en Chile, sólo 720 mil cabezas son procesadas por las plantas, con una producción que bordea las 200 mil toneladas de carne al año. Y el 75% de la carne que se produce es a partir de razas lecheras.

Así, el rebaño carnicero no supera el millón de cabezas, por lo que no puede compararse con países vecinos como Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, que se encuentran entre los top mundiales en exportaciones de carne.

Para Arntz, para crecer en esta materia, es necesario potenciar los programas de apoyo para la competitividad, como los planes de desarrollo ganadero a través de la retención de vientres (mayor tasa de natalidad) y potenciar las políticas de suelos degradados para volverlos más productivos.

El seremi de Agricultura de Los Lagos, Rodrigo Mardones, remarca que actualmente están trabajando con un programa piloto de retención de vientres en Palena; además, se está realizando un arduo trabajo con programas de suelos degradados. “De hecho, más del 30% de los fondos nacionales destinados a esta materia los obtiene la región, que corresponden equivale a 7 mil millones de pesos. Con eso potenciamos las propiedades de fósforo de los suelos del país, especialmente los sureños, para lograr llegar a niveles de producción de pasto como Argentina y Uruguay”, dice Mardones.

A su juicio, este aspecto es fundamental para un sector que tiene ventajas comparativas importantes en el papel, pero un desarrollo frenado en la realidad.

A juicio de los expertos, la idea es poder trabajar para darle más competitividad a un rubro que suma un nuevo destino potencial y que no quiere ver cómo las oportunidades de negocios se diluyen con el paso del tiempo como en otros mercados con Europa o Corea del Sur. Lo cierto es que ahora, China está más cerca.



corderos

La buena noticia de la apertura del mercado chino también beneficia a la industria de carne ovina, que podrá ingresar gracias a este acuerdo a un mercado gigantesco que tiene un consumo per cápita de 3,2 kilos al año (el 6% de la participación dentro de las carnes en el país oriental).

Al respecto, Juan García, gerente del Consorcio Ovino, indica que lo primero (al igual que en el rubro bovino) es identificar muy bien los segmentos del mercado donde está el poder adquisitivo para consumir esta carne, ya que se trata de un producto con un alto valor agregado.

El ejecutivo recuerda que hoy en día la mayor importación ovina de China proviene de Australia. Por ello, Chile deberá entrar con productos premium, tal como los que en este momento exporta, por ejemplo, el frigorífico Mafrisur (ubicado en el sector de Pichil, cerca de Osorno) a diversos países de Europa, “donde llega con cortes tan específicos como chuleta francesa, filete y piernas”.

En total, en el país se producen al año unas 11 mil toneladas de carne con una tasa de crecimiento del 20%. En 2011, se faenaron 791 mil cabezas.



Fuente: Revista del Campo Sureño

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