Carlos Alfaro, director del gremio de las plantas faenadoras, llama a separar aguas entre la producción de carne y leche. Afirma que los buenos precios permitirán llegar a un millón de cabezas faenadas en dos años.
Los ganaderos no les tienen mucha confianza. A fines de los 90, las empresas procesadoras de carne mandaron una señal clara. El destino de Chile era ser exportador de vacunos. Poco de eso se concretó. De hecho, los envíos nunca despegaron. Mientras, los productores recibieron cada vez menos ingresos por la llegada de importaciones baratas desde el Mercosur. El rubro ganadero se volvió uno de los menos rentables del agro chileno y el número de animales cayó en picada.
Carlos Alfaro, director de Faenacar, el gremio que agrupa las compañías faenadoras de carnes rojas, cree que es tiempo de cambiar esa relación. Los buenos precios logrados en el mercado interno ayudan a borrar esas heridas, tanto que afirma que los ganaderos se han reencantado con el rubro y están realizando fuertes inversiones.
-Con la perspectiva que dan los años, ¿cree que fue un traspié embarcarse en las exportaciones a fines de los años 90?
-No fue un error. Por varias razones. Ingresar a la exportación nos exigió habilitar plantas y mejorar procesos. Además, como empresas nos preocupamos más de los costos.
También nos exigió acercarnos a los ganaderos. Establecimos programas y sistemas de asociatividad. Ese acercamiento permitió mejorar la oferta de animales, pues pedimos razas ganaderas. Antes encontrar angus era difícil, casi no había. Hoy hay una gran disponibilidad, lo que nos permite tener carne de muy buena calidad para ofrecerle a los consumidores chilenos y extranjeros.
Por ejemplo, antes se faenaba a los tres años, hoy se puede hacer a los 18 meses con un animal con muy buena calidad carnicera, bien terminado.
-Sin embargo, en ese proceso de mejora mucha gente perdió dinero.
Obviamente que hay gente que perdió plata. Eso se debe a la evolución de los precios. Tuvimos un largo período en que estuvo en torno a los dos dólares el kilo.
Sin embargo, a partir de 2006, el precio comienza a subir, llegando a los niveles actuales, en torno a los seis dólares el kilo.
Creo que ese salto de precios es muy llamativo. Un movimiento así no se produce en todos los sectores. Eso permitió que la ganadería dejara de ser considerada un rubro marginal, incluso con resultados inferiores al del negocio forestal o el cerealero, y ahora sea visto como interesante.
-¿Y en qué pie quedaron las empresas faenadoras luego de ese vaivén de precios?
-Nunca hemos hecho el cálculo. Desde que se invirtió la plata, no hubo retorno; fue bastante caótico. De hecho, todavía hay empresas bastante afectadas. Sin embargo, los nuevos precios, te dan una nueva visión.
Especialización ganadera
-Asumiendo el nuevo escenario, marcado por la concentración en el mercado interno y altos precios, ¿qué requieren las empresas faenadoras de los ganaderos?
-Hasta hace algunos años se hablaba que había animales de carne, de leche y los de doble propósito. Nosotros les decimos que elijan entre carne y leche. Que los productores se olviden de los animales de doble propósito. Eso no existe.
-En el mundo actual, si se quiere ganar plata, hay que enfocarse en uno de los dos rubros.
Si tomo la decisión de ser lechero, debo comprender que ese rubro tiene una estructura de costos propia. Por ejemplo, requiere de alto grado de eficiencia tecnológica y un alto equipamiento, con el fin de asegurar la calidad de la leche.
Quien hace ese tipo de inversión difícilmente va a botar lo que tiene por meterse en la carne.
En cambio, si voy a ser productor de carne, debo elegir una raza ideal para ello, como la angus. Así voy a ser eficiente en la producción de calidad.
Por ejemplo, en Uruguay ya hicieron ese cambio y en campos donde mandaba la raza hereford hoy lo hace el angus.
En resumen, los ganaderos tienen que especializarse. Hay que ser buen productor de carne, punto.
Si un inversionista no toma una decisión clara, se lo va a terminar comiendo la estructura de costos.
-¿Y en qué pie está la calidad de la masa ganadera de carne chilena?
-En la actualidad, las razas lecheras deben ser el 20 por ciento de nuestra faena. De lo que no es de origen lechero, el 50 por ciento es angus o cruza con angus. Las razas francesas o alemanas, de gran tamaño, van en retirada.
Buenos retornos a productores
-La leche pasa un buen momento de retornos para los productores. En términos comparativos, ¿qué tan atractivo es la producción de carne?
-Hoy son negocios absolutamente comparables. Ambos tienen un margen positivo. La carne permite tener números.
Un síntoma claro es que se dejaron de matar vientres y subió notoriamente el precio del novillo.
-¿Y cuál es el diferencial de precios que logra un productor enfocado en la producción de carne de calidad?
-Es difícil dar una regla general. Varía de acuerdo a cuan bien terminado esté el animal al momento de su faenamiento. También depende de si se trata de un lote grande o pequeño, pues no es lo mismo manejar diez o doscientos vacunos.
Más allá de la dificultad para dar una cifra exacta, creo que se puede lograr entre ocho y diez por ciento de ingreso extra para el productor ganadero de carne de calidad.
Confiar en el mercado
-Más allá del aumento de la retención de vientres, es claro que en Chile se produjo una caída histórica en la masa ganadera. ¿Esperan el apoyo del Estado para recuperarlo?
-Entendemos que en nuestro sistema económico no es factible pedir tratamiento especial. Si es un buen negocio, el crecimiento de la masa ganadera se va a dar.
Eso no impide que los pequeños productores, vía el Indap, puedan acceder a préstamos con una menor tasa de interés, o que puedan recibir transferencia tecnológica.
En todo caso, si se miran las peticiones de nuestro sector económico a las autoridades, se trata de aplicación de normas. Nadie está pidiendo un plan especial.
-¿Y cuándo se va a notar el impacto de los precios en una mayor producción de carne en Chile?
-Partiendo que tuvimos el último año un faenamiento de 724 mil cabezas, la más baja en mucho tiempo, esperamos llegar a 900 mil cabezas en 2013.
En unos dos años deberíamos llegar al millón de cabezas. Eso será un salto espectacular.
-¿Qué explica que se logre en tan poco tiempo ese aumento?
-Hasta hace dos años los machos nacidos en las lecherías se eliminaban. Como el negocio de la carne pasó a ser interesante, los ganaderos están invirtiendo en su alimentación. Estamos hablando de cerca de 200 mil animales extras al año.
-Con la consolidación del mercado interno, ¿ya dieron por cerrado el capítulo de las exportaciones?
-Nunca lo vamos a dar por cerrado. Siempre que encontremos un nicho dispuesto a pagarnos el valor que queremos, obviamente lo vamos a perseguir.
Por ejemplo, aparte de la cuota de 1.950 toneladas libres de arancel que la Unión Europea otorga a Chile, ese conglomerado tiene una cuota de 40.000 toneladas para carnes de calidad.
Nos interesa mucho acceder a esa posibilidad. Para eso necesitamos que los ganaderos nos provean con carne que pueda cumplir los requisitos que impone la Unión Europea para ese segmento.
-Hace una década que ustedes piden acceder a Corea del Sur y hace unos días una comisión de inspectores recorrió varias plantas faenadoras. ¿Qué esperan de ese mercado?
-Tenemos grandes esperanzas en Corea. Se complementa muy bien con otros mercados.
Los coreanos consumen una gran cantidad de cortes con hueso, por los que pagan muy bien.
Como somos un país libre de fiebre aftosa, podemos proveerlos. De hecho, hemos conversado con importadores coreanos y tenemos claro que existe interés por comprar ahora. Por ejemplo, las empresas chilenas que exportan cerdo a ese país nos han pedido cotizaciones. Hasta podríamos enviar contenedores mixtos, mitad cerdo, mitad vacuno.
Además, ya tuvimos una primera visita de inspectores sanitarios de China, en la que nos habilitaron el sistema sanitario. A mediados de octubre vendrán a inspeccionar las plantas.
Sumaremos dos mercados gigantes. Al que se sumará la Unión Europea, una vez que su economía se recupere. Con esos mercados nos basta y nos sobra.
"Ingresar a la exportación nos exigió habilitar plantas y mejorar procesos. Además, nos preocupamos más de los costos.También nos exigió acercarnos a los ganaderos".
"Si voy a ser productor de carne, debo elegir una raza ideal para ello, como la angus. Así voy a ser eficiente en la producción de calidad".
Efecto de sequía gringa-¿Afectará la sequía que vive Estados Unidos al precio de la carne vacuna en Chile?
-La ganadería en Chile es de pradera, no de granos. Sin embargo, las carnes alternativas, pollo, pavo y cerdo, son todas de grano y van a aumentar sus valores. Si se miran las curvas históricas de precios, todas siguen las mismas tendencias, no hay ninguna carne que se arranque. Por lo tanto, lo más probable es que la carne de vacuno suba.
Ataque paraguayo-Ya se cumple un año de que la carne de Paraguay no puede ingresar a Chile por el brote de fiebre aftosa que tuvieron. Al parecer estaría cerca la readmisión. ¿Va a afectar el precio interno?
-La carne paraguaya debiera ingresar a menor precio para recuperar participación de mercado. Sin embargo, ese valor promocional sólo sería por uno o dos meses. Probablemente, se va a comer parte importante de la participación brasileña.
Ley antiabigeato
-¿Qué efecto tendrá la nueva ley antiabigeato aprobada en julio pasado?
-Le permite a la ganadería entrar a otra categoría. Como industria nos permite tener una trazabilidad realmente efectiva. Cada animal deberá tener un arete identificatorio electrónico. Además, la ley impide mover animales si no existe el formulario pertinente, para lo que debe estar identificado el predio y el ganadero deberá hacer una declaración anual de animales. Lograremos una trazabilidad desde el campo hasta la feria. Antes bastaba con una guía de despacho, hoy el gerente de la planta o la feria será responsable de los animales que reciba.
Fuente: Revista del Campo - El Mercurio